lunes, 15 de febrero de 2010

Sonríe

A un paso de la locura, falta el aire. Los pulmones se mineralizan, se vuelven pesados, como toscos fuelles de alguna metalurgia medieval. Cada inspiración duele, cada espiración alivia. Inspirar-espirar. Uno contiene el aliento con expectación, con el deseo único de que la próxima bocanada de aire entre fresca, pura, revitalizadora y directa a las entrañas, de la misma manera que se espera con ansiedad y miedo el puñetazo que se ve venir.
A un paso de la locura, ya casi nada importa; lo que significa que hay cosas que todavía importan.

Cantan las horas lentas como si el mundo fuera un enorme y demente reloj de cuco, y yo me digo que quiero morir. Parece que no termina de pasar, el tiempo. Es una sensación extraña, aunque poco a poco me voy acostumbrando y bueno, pienso que no se está tan mal, después de todo.
Café-tostada-cigarrillo-prisa-toser. Entra en el metro, hace calor: muere un poco. Quítate el abrigo y la sudadera, Dios, ojalá pudiera quedarme desnudo aquí y seguramente si lo hago no le importe a nadie.
Ahí los tienes, la gente, con sus caras soñolientas y estúpidas y yendo a sus míseros trabajos. SON ESTÚPIDOS, estoy seguro, porque veo sus rostros y me parece que me estoy viendo reflejado en un espejo.

Y lo peor de todo es esta sensación aniquiladora de tener un megáfono en la cabeza que te grita HAZ ESTO, HAZ LO OTRO, trabaja, estudia, come, no comas, bebe, no bebas, fuma, deja de fumar-empieza a fumar haz el amor ASÍ NO IDIOTA, así sí y todo eso.

Y sobre todo SONRÍE como un gilipollas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario