viernes, 2 de diciembre de 2011

Hay que prestar atención


Sé que mucha gente de ciudad
jamás se ha detenido en otoño,
recién entrada la noche
cerca de un árbol de hoja caduca.
Y sé que tampoco se han puesto debajo.

Si lo hubieran hecho,
gracias al silencio nocturno
y al relente que lo humedece todo,
habrían oído
caer las hojas. Sí.

Se desprenden con un ¡plic!
y bajan, rozando con murmullos a sus compañeras,
y se posan en el suelo con un ruido tenue.

Así caen las hojas en otoño.
Una por una.
Nocturnas.
Hay que prestar atención.

Sé también que mucha gente
jamás se ha detenido un momento
a ver cómo caen las hojas
de este Sistema caduco.
Hay que prestar atención.
Es otoño.
El Sistema está débil, agotado.
Se oye:
basta con detenerse un momento.

Claro que quiero recordar
a los incautos
que despúes del otoño viene el invierno,
la primavera luego.

Y las hojas renacen.
Así año tras año.

Aquí no basta con detenerse un momento
y prestar atención.
No.

El capitalismo hay que talarlo.
Serrarlo.
Derribarlo.

No se desprende con un ¡plic!
No.
No desciende con un murmullo.
No.
No se posa en el suelo con un ruido tenue.
¡No!

Talar.
Serrar.
Derribar.

Será
       (quizás)
            un bello espectáculo