sábado, 23 de enero de 2010

Aliocha

Además, era un joven de nuestra época, es decir, ávido de verdades, de esos que buscan la verdad con ardor y que, una vez que la encuentran, se entregan a ella con todo el fervor de su alma, anhelantes de realizaciones, y se muestran dispuestos a sacrificarlo todo, incluso la vida, por sus fines.[...]

Aliocha había elegido el camino opuesto al de la juventud en general, pero con el mismo afán de realidades inmediatas. Apenas se hubo convencido, tras largas reflexiones, de que Dios y la inmortalidad del alma existían, se dijo que quería vivir para alcanzar la inmortalidad. Del mismo modo, si hubiera llegado a la conclusión de que no existían ni la inmortalidad del alma ni Dios, se habría afiliado al socialismo y al ateismo. Porque el socialismo no es sólo una doctrina obrera, sino que representa el ateísmo en su forma contemporánea; es la cuestión de la torre de Babel, que se construyó a espaldas de Dios no por alcanzar el cielo desde la tierra, sino por bajar a la tierra el cielo.

A Aliocha le pareció imposible seguir viviendo como habla vivido hasta entonces. Se dijo: «Si quieres ser perfecto, da todo lo que tienes y sigue». Y luego pensó: «No puedo dar sólo dos rublos en vez de darlo todo, ni limitarme a ir a misa en vez de seguirle.»


(Fragmento de Los Hermanos Karamazov, de Fedor Dostoievski.)

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