
no supera a las anémonas
ni a los envidiosos del mar
Sólo los delirios de las olas
lo lamentan de verdad,
líquidas lágrimas ellas,
empapadoras de la sal.
Sólo el tiempo reconoce,
convalida los estratos
arenosos sin hablar.
Los geólogos suspiran,
excavan, lloran menos, más.
Envidian a las anémonas.
Les sabe la boca a sal.
(Lloro, soy geólogo
de tu cuerpo y tú eres mi mar).
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